Una dice:
-No hay tal crisis.
Y tira un par de platos al piso.
-No hay tal crisis.
Y saca turno en la peluquería.
-No hay tal crisis.
Y se pone kilos de cubreojeras.
-No hay tal crisis.
Y pone su mejor cara de bólida.
-No hay tal crisis.
Y tira un par de platos al piso.
-No hay tal crisis.
Y saca turno en la peluquería.
-No hay tal crisis.
Y se pone kilos de cubreojeras.
-No hay tal crisis.
Y pone su mejor cara de bólida.
Tarde o temprano llega el día donde la crisis tiene la evidencia de una estría; no queda otra, hay que aceptarla. Se puede negar la crisis una día, una mes, un año... pero llega ese día donde la crisis te explota en la cara. Atravesar la crisis es como pasar el pelo por agua oxigenada, te aclara el problema de raíz. Llega la crisis, uno cree que es el final, que se termina todo, pero en realidad ahí empieza todo. Atravesar una crisis es como pasar por un buen cirujano plástico, sos la misma pero distinta. Dan miedo las crisis, uno le teme a lo desconocido casi como a un mal peluquero. En chino, en japonés, en coreano, en tailandés, bueno en algún idioma oriental crisis significa oportunidad. Las crisis son como los años: te sorprenden y no te quedan otra, hay que decidirse y llevarlos. Las crisis son un viaje de ida, pero también pueden ser un viaje de vuelta.
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